miércoles, 18 de marzo de 2009

Por un Sudamérica mosquetero. (Ed. Int.)

A diferencia de la unión europea, Sudamérica ha seguido un proceso de unificación lento y no tan seguro. A pesar del sueño de bolívar – ahora utilizado como marca registrada por los gobiernos socialistas del siglo XXI, encabezados por Chávez – nunca se ha visto cerca de concretarse una unión sudamericana. Esfuerzos siempre ha habido, más nunca han sido lo suficientemente fuertes como para dejar a un lado los temas que causan controversia entre los distintos país. Uno, habitante de la punta norte de América Latina, pensaría que existe una hermandad sudamericana, un lazo que va más allá de las disputas políticas, una identidad compartida, que todos en el sur viven con el sentimiento de unidad a flor de piel como el que muestra Gael en Diarios de motocicleta, mas no es así: la realidad de Sudamérica es muy distinta. En Europa quedo demostrado que no es necesario hablar el mismo idioma para entender el beneficio que trae trabajar en equipo – aunque supuestamente hablar el mismo idioma debería de facilitar el proceso – ni tampoco importan las “diferencias” que se hayan tenido en el pasado, sino las ganancias que se tendrán en el futuro. Pero, como todo el mundo sabe, Sudamérica siempre ha llevado un ritmo diferente al del resto del mundo (no estamos ni tan retrasados como África, ni somos tan ágiles como Asia, ni tan ricos como Europa, ni tan adelantados como Norte América) en Sudamérica se vive lo que en el boom de los 60’s se conoció como el realismo mágico, en el cual la fantasía y la realidad se mezclan para hacer a nuestra cotidianeidad más interesante. Salvo algunos esfuerzos de organizamos de cooperación, como la Corporación Andina para el Fomento, y algunos tratados, como el MERCOSUR, los países sudamericanos no le apuestan a la unificación, es más pareciera que se hace todo lo posible para evitar la unión. Entre discursos (como los constantes ataques de los socialistas hacia los “cachorros del imperio”), la movilización de ejércitos hacia las fronteras (como el conflicto entre Colombia y Ecuador, que Venezuela hizo suyo), la diferencia ideológica (como la propuesta del ALCA y la contrapropuesta del ALBA), las heridas aún abiertas del pasado (como la guerra por el territorio marítimo entre Perú, Chile y Bolivia), entre muchas otras acciones, solo queda demostrado que el interés por una Sudamérica unida queda reservada solamente para aquellos idealistas que realmente creen en una hermandad latinoamericana.
Y ahora, a pesar de las diferencias (y los percances recientes) se ha creado un Consejo de Defensa Sudamericano, en el cual los ministros de defensa, como los de Ecuador, Colombia y Venezuela, que no hace más de un año movían sus recursos en dado caso de una confrontación, se sentaron en la misma mesa para ponerse de acuerdo y resolver, de la mano, los problemas más graves de seguridad que pueda enfrentar Sudamérica…que en los últimos años siempre se han tratado de conflictos entre los mismos países que ahora buscan protegerse mutuamente. Ya sea que dicho consejo evolucione o no evolucione, lo importante es no quitar el dedo del renglón de la UNASUR ( la iniciativa más seria, pero con poco crédito, para unificar Sudamérica) para que por medio del esfuerzo constante se logré, algún día, tener una América latina unida.

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